Hay vacíos que te pueden llenar,
así como hay plenitud que te vacía
al instante... el recuerdo.
Para regresar vacíos a la línea de fuego
donde el silencio quema,
servir una sinfonía de espuma
fragante, ángel mío, mitigar la
sed.
A la ciudad del tedio
entregamos una vez más,
la sed de la carne.
Todo está sin memoria
esta noche,
puedo escuchar los latidos
del corazón en la piel,
sopesar el ruido del refrigerador,
el recuerdo ausente, la secadora en el día,
la podadora del vecino a tres casas,
un tick tack sin reloj;
música, después,
el arpa en el árbol
de la noche.
de la noche.
El sonido es justo...
yo subo contigo
al columpio de la sangre,
cuando me besas
en silencio.
Hay vacíos que te pueden llenar,
como plenitud que te vacía...
el adiós, los adioses al instante.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.