miércoles, 3 de agosto de 2016

Reloj de Arena



Resultado de imagen de manos y arena


Cuando era adolescente me gustaba pensar que nuestras manos
eran un reloj de arena, por donde pasaba el mundo, por eso nos gusta tocar, los infantes quieren tocarlo todo; incluso se meten el mundo a la boca.

En este reloj las horas se filtran poco a poco hasta la hora de la vida,
ese pujido constante de la existencia.

Hay un librito que nunca pude escribir, la vida era demasiado cruda entonces.
Ahora escribo, lo escribo después de pasarte la mano por la espalda
y sentir ese repentino escalofrío que te recorre.
Has de saber que no escribo de mi sino de ti, escriben las manos de arena, escriben los granos de la vida, porque hoy escribir no es un acto meramente narcisista, escribir es mirarte a los ojos y saber
que mis ojos son el manantial donde te miras,
o acaso un pabellón de batallas entre ángeles, depende.

Los ruinosos deprecan sobre su vida; también la deprecación es un grano de arena,
un invento honesto del cual dicen ellos vale la pena maldecir.

En la ciudad se codean los instantes, este libro no escrito los convoca como recuerdos exiliados en el tren, ¿recuerdas?
o una copa llena que espera en la mesa de al lado. Y en vida todo, todo pasa por nuestras manos
florecientes, desahuciadas.


Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.


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