Un dulce para ustedes.
Este corazón no tiene quien
le escriba
todo lo hace romantizar,
excepto quizá el recuerdo del viento
incesante
intacto.
El mundo se ha vuelto de
gelatina
en la casita del árbol,
el librero tiembla con tus
pasos,
cuando subes, los
escalones tiemblan amenazadoramente,
podrías tropezar con su
aroma de cereza,
los recuerdos tiemblan
en la enredadera blanca de
anís,
que asoma en la ventana,
el polvo
en las superficies
desespera,
el pobre añora una
carta,
una epístola sobre el
corazón dulce
¿Le escribirías una
carta al desgraciado que llora
lágrimas de gelatina?
El desdichado huele a
limón
como para comerse frío,
mientras canta el viento
alicorado
una canción de jerez.
B.O.M, imagen de la red.