sábado, 17 de octubre de 2015


CATAPULTA


La palabra catarsis le sonaba a catapulta, no sabía  porqué pero decidida a encontrar el significado, Lucien tomó el viejo diccionario de su abuelo y tras varios intentos (a sus seis años no dominaba todavía el sistema de órden alfabético, ni sabía que un procesador electrónico podría darle un acercamiento a su búsqueda, y ni qué decir de la forma correcta de deletrear) encontró primero la definición de catapulta, la cual le sugirió que se trata de un artefacto mecánico, con el cual en la antigüedad, en tiempos de guerra se lanzaban otros artefactos como grandes rocas, o bolas de fuego, o aceite hirviendo con el fin de herir al enemigo. El diccionario indica que fue invento francés, lo cual le llena de un inexplicable sentimiento de orgullo. 

El diccionario de su abuelo cuenta con imagenes para ilustrar no todas las definiciones, pero en el caso de catapulta, muestra una imagen que a Lucien le parece un simple armazón de madera. Ella ha logrado a lo largo de su vida, contruír mejores estructuras con los maravillosos bloques de lego.

Sumida en sus observaciones, no se da cuenta de la presencia de su abuela Justin en el cuarto.

-¿Cuánto por uno de tus pensamientos chiquilla?
Lucien brinca en su propio lugar, sorprendida de lo silencioso que se hacen los pasos de su abuela cuando abre un libro.
-¡Me hiciste brincar, abuela!
-Pues ¿en qué estas que no escuchaste ni cuando se me cayó la peineta del pelo al piso?
La abuela le enseña la peineta color azúcar quemada con la que siempre se recoge el pelo.
-Estaba buscando la palabra “cata... pulta?” y la palabra “catar...quesis”
  • ¿catar...qué?
  • Quesis, o sis, creo que así va. El otro día escuche al abuelo decirle a don Fer que lo de ahora era hacer catarquesis en los grupos de canasta.
  • ¿Con qué, ca-tar-sis, eh? Profirió la abuela pausadamente.
  • Eso. El caso es que esa palabra me suena a “catapulta” que ya había oído pero no me acuerdo donde.
  • ¿Y qué hallaste?
  • Que la catapulta es un armaco de madera que se pinta muy fácil de hacer,-Míra- con el que se le lanzaba la destrucción, algo con qué aplastarlo, o quemar al enemigo en tiempos de guerra. ¿Quién es el enemigo, abuela?
  • ¡Ay, mi niña! no nos metamos en camisa de once varas, dejemos lo en que puede ser cualquiera. ¿Y de lo otro qué encontraste?
  • ¿Lo otro?
  • Ca-tar-sis.
  • No la encontré.
  • ¿Y cómo ibas a encontrarla si estabas buscando “catarque-sis”? Cabezona.
  • Tampoco es para que te rías abuela. Si sabes mucho ¿porqué no me explicas?
  • No andas tan perdida, la catapulta puede lanzar fuego o algo que obliga al cambio, y la catarsis también. Es una forma de sacar algo que te sucede adentro y ponerlo a la vista de los demás, parecido al fuego. Una forma de transformarse y también transforma.
  • Como decir, cuando yo sea grande seré como ironman, o super man, o lady gaga?
  • Si así lo sientes.
  • Bueno, pues no tengo que esperar a cuando sea grande para hacer un catarquesis, cada vez que juego me transformo en otra cosa pero los demás no lo ven, solamente el que juega se transforma en juego. -¡Deberías jugar conmigo, abuela!- observa Lucien, que ahora se concentra en colocar la peineta en un mogote de pelo blanco de la abuela, mientras esta sonríe silenciosamente.

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

Estimados lectores espero que disfruten de este relato corto, es más o menos reciente. Feliz fin de semana.


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