viernes, 3 de julio de 2015

Estado Oscilante.



        Ese goteo afuera no es de lluvia. Es el goteo de la disolución. La nieve en el techo tarda en derretirse.

        El martes pasado nevó con intensidad considerable, tanto que cerraron las escuelas de los no sé cuantos distritos a la redonda.

         Hoy es sábado y por fin Salí de casa… maneje el carro a la biblioteca; al carro y a las casas les colgaban hielos transparentes de las orillas. Es corta la distancia de aquí a la biblioteca; un par de canciones en el radio sin anuncios, uno o dos milímetros de hielo derretidos y hemos llegado, proveyendo que los semáforos estén en verde y los hielos alargados y delgados. De aquí a la biblioteca hay tres semáforos.  En la biblioteca conseguí películas para ver en casa, es una suerte que te las presten toda una semana y son películas de actualidad.

        Me aburre tratar de contar las cosas que suceden en forma de diario, es como tratar de vivir la misma cosa dos veces y es que la vida no se detiene, por eso de las cosas que componen tus días mejor no hablar.

        En cambio el goteo que por momentos cesa allá afuera, inventa la lluvia aquí adentro. Pero no es la lluvia torrencial como decía, es el después de la lluvia, el olor a tierra mojada, las gotas abrazadas a las hojas, reverdecidas por un lustro de humedad, es la calma que viene tras la tormenta, y un recuerdo sentado junto a mí como único compañero, con el que hablamos largo rato. El recuerdo busca mis ojos solo de vez en cuando, sin que eso implique inconveniente para una armoniosa conversación, sin protocolos y sin conclusiones. Nos alcanzó el anochecer todavía charlando de las cosas comunes y no tan comunes ni corrientes de la vida.




B.O.M.

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