lunes, 9 de junio de 2014

Una mañana con Truman Capote


 

He viajado algo esta mañana. Primero estuve con Truman Capote en New York, sentados en un restaurante de Manhattan  frente a su millonario amigo, Gorge. Truman y yo escuchamos a George narrar la  desesperada situación presente de su enredada vida. No basta ser millonario para tener una vida envidiable.

Si pasas tiempo con Capote seguramente vas a experimentar momentos contrastantes.

Truman que al principio pareció resistente a un encuentro con George,  con quien según él no tiene nada en común, sin embargo es su amigo,  termina tomando le las manos en la miseria de su sufrimiento, la soledad y la casi total pérdida en el alcoholismo.  Trata de confortarlo y a la vez desea poder hacer algo para salvarlo de su desdicha.

“TC: (Al mesero) Que sea  sencillo.
George: (En  tono poco agradable) ¿Estás diciendo que he tomado demasiado?
TC: Si tienes que regresar a la oficina, sí.
George: -No voy a regresar a mi oficina. No he estado allí desde principios de noviembre. Se supone que tuve una recaída nerviosa, un breakdown por exceso de trabajo y fatiga. Se supone que debo estar descansando tranquilamente en casa, tiernamente cuidado por mi adorable esposa, quien se ha encerrado en su cuarto de pintura, pintando barcos, un barco, el mismo  maldito barco una y otra vez”

 Y así, nos bosqueja George la espiral de su desdicha. No importa  contar detalles, ni apuntar el dedo a una causa específica, a una persona específica,  solo basta decir en este caso,  que  es admirable la empatía del ser humano ante el sufrimiento, ojalá hubiese más personas con empatía.

De New York a New Orleans,  solo me tomó voltear unas cuantas páginas para encontrarme en una banca de la plaza Jackson, aprendiendo nuevamente parte de la vida de Truman Capote. New Orleans es el lugar donde nació y creció, y escuchándolo hablar,  no puedo evitar sentirme parte de su soliloquio. Truman es un escritor que con frecuencia se presenta como un personaje más de sus libros, quizá sea  debido a su empeño en retratar la realidad lo más fielmente posible. He dicho soliloquio solamente porque en esta serie de relatos mayormente narra en primera persona, aunque en algunos relatos de la misma colección maneja mejor el diálogo sin intervención de un narrador, lo cual permite que la historia se vaya contando por los personajes, sus decires y acciones, como en la vida.

“Aun así, un muchacho sale; y ahora estoy aquí de regreso en New Orleans, mi lugar de nacimiento, mi antiguo pueblo, asoleándome en una banca del parque en la plaza Jackson. Siempre, desde los días de escuela, mi lugar favorito para estirar las piernas, y para ver y escuchar, para bostezar y rascarse, y soñar, y hablar a solas. Quizá usted es una de esas gentes que nunca habla consigo mismo, es decir, en voz alta, tal vez piensa que solo los locos hacen eso. Personalmente, yo considero una cosa saludable mantenerse acompañado de ese modo”

¿Y quién en este negocio de vivir no ha tenido momentos de soledad acompañada? El que sea libre de pecado tire la primera palabra.
Y con esto los dejo para yo seguir disfrutando de mi café caliente.

Fragmento 1:  Del relato: Hello Stanger, parte de la serie de Conversational Portraits
Fragmento 2:  Del relato Hidden Gardens de la misma serie.


Texto: Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.



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