En el silencio de esa tarde que creímos nuestra, donde te escribí hace
tiempo hasta el
cansancio, hasta el hastío de las horas, contándote mis anhelos futuros,
en aquella primaveral
estancia que solo tú y yo conocemos, en el seno impermeable de la tarde,
te poseo bajo la piel,
invicto en el tiempo presente.
Porque en mi memoria veo siempre un futuro más favorable, pese a que
este silencio no sea
solo nuestro silencio, ni esta palabra tarde nuestra tarde, ni esto sea
lo único que se ha escrito al respecto. Pese a que mucho de lo que digo,
alguien más también lo dijo y el mundo ya estaba hecho hace millones de siglos, esta tarde,
nuestra piel, un grumo de azúcar, nos dice que el mundo comienza aquí.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.