ATRAPA SUEÑOS
-¡Espera, no abras esa
puerta! -Exclama Daniel, interponiéndose
entre la puerta del closet y su madre
que sostiene una pila de ropa doblada –
-Cariño ¿Qué pasa?
-Pase lo que pase, no
abras esta puerta, mami, ¿ok?
- Dani, sólo quiero
guardar la ropa limpia. ¡Anda, abre paso!-impera
la madre que esta retrasada en los
preparativos para la cena. Ignorando la seriedad del niño, intenta moverlo
físicamente con la mano que tiene
desocupada. Daniel, con una fuerza sorprendente opone
resistencia, moviéndose apenas un poco a
la altura del hombro, dejando al
descubierto por un instante la perilla de la puerta, atada alrededor con un
hilo rojo. Joseline sigue con la mirada la longitud del hilo, ve que en la otra punta del hilo rojo, cuelga
un juguete de peluche, el chango café con los brazos largos, con el cual ya poco juegan Daniel y su hermano Sebastián, quizá por
ser muy viejo y raído. El chango parece estar abrazado a la pata del caballete.
-Dani ¿Qué tipo de
juego es este?
-¡No es un juego mami! allí he puesto los sueños malos que
había en mi cuarto- Argumenta el niño con grandes ojos, lo cual sorprende y enternece
profundamente a Joseline.
-¡Oh, cielo! -exclama
la mujer poniendo la ropa sobre la cama,
y acariciando la mejilla del niño, mientras se dispone a escucharlo. –A
ver, cuéntame sobre esos sueños…¿tienes sueños malos por las noches?
-Bueno, sí, y pues los
he atrapado con el atrapa sueños que hicimos en la biblioteca hace tiempo, en la sesión de artesanías ¿te acuerdas?
-¿Este?- pregunta
Joseline, señalando el anillo de cartón grueso coloreado en crayola verde,
con ornamentación de plumas blancas,
amarillas y azules, colgando en
la parte inferior del círculo, en el
interior hilos índigo entretejen simetrías
que atraen la mirada y supongo que también a los sueños. El
objeto pende del techo en el centro de la habitación.
-Sí, ese.
-Ah! ya entiendo ¿y
son muchos los sueños malos?-
Joseline se arregla el
tupe que le ha crecido demasiado e interfiere con los ojos cuando se agacha.
- Uff! mami, te digo
que son muchas las bestias. Pero los he ordenado quedarse allí encerrados.
Afortunadamente creo que ya son todos.
-¿Y tú crees que les
moleste si entro a guardar la ropa? Prometo no tardar ni un zumbido de luz.
-Lo haré yo mismo
mami, porque si te ven a ti, se ponen como locos, escapan y hacen otro tiradero en el cuarto. Luego tengo yo que
recogerlo -Se queja Daniel.
-¿Y contigo no se
alarman? lo mismo da que entres tú o que entre yo- argumenta Joseline.
-No, no es lo mismo.
Yo sé cómo tratar esos sueños. Además,
¡son muy feos!
-¡Ya veo!- exclama
Joseline sonriendo un tanto desilusionada-Entonces, ¿ves la ropa en la cama? quiero
que la guardes cuanto antes para que no se desdoble. Y gracias por prevenirme
de los malos sueños, eres muy valiente -concluye.
El niño afirma con la
cabeza, se gira y hace una mueca hacia el atrapa sueños, luego abre la puerta
despacito, y voltea asegurándose que Joseline este saliendo de la habitación.
-Recuerda mami, hagas
lo que hagas, no abras esta puerta.
Los brazos del juguete, estirados alrededor del caballete parecen
más largos de lo que en realidad son, finalmente, al ser jalado el hilo, el fieltro
que une las dos manos del peluche, se separa y el hilo rojo empieza a subir. La
puerta se abre un instante, Daniel entra. Al cerrarse la puerta, el juguete retoma su posición de guardián de los sueños.
Beatriz Osornio
Morales