Mina de
carbón donde Zola y sus obreros mueren de negligencia.
-Sálvese quien pueda-
Se acabaron las
oraciones inválidas en las mesas de mujeres piadosas y escorias.
La madrugada está cerca;
cerca del cansado trabajador, como del
perezoso: ya viene el trabajo a la siega de hombres,
viene a quemar las
puertas tapiadas de esperanzas, a quebrar a golpes la cara de los niños,
a llevárselos a la
boca glotona.
Yo también conocí,
reconozco el peligro de la oxidación; las cadenas del elevador
rechinan en lo alto,
mientras en lo
bajo, nuestros lamentos imploran:
¡Déjenos salir a
respirar un aire claro, a escupir el hollín en la cara de la bestia!
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.