Conversación
con Ofelia
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Ofelia, hace tiempo no hablaba con ella, y hoy al verla, vi tantos
rostros saliendo del suyo que me estremecí de pronto. La tersura de sus labios
irradiaba una como luz en mis ojos, pero elevándolos un poco al contorno de sus
pómulos, debajo de sus ojos una sombra marcadamente oscura asomaba, extendiéndose
a otras partes de la cara, oscureciendo la expresión de calma del principio en
su sonrisa, y sus palabras elusivas. “Palabras” decía.
Yo admiraba su semblante color canela, embellecido por el fantasma que formaba al expirar la bocanada de humo salido de sus labios.
-Qué más da si las palabras son semillas, o si las semillas palabras, de
caer en tierra mala morirán.
-¿Qué harás con ellas?- cuestione sin piedad.
-Lo de siempre, sembrar.
-¿Dónde se consiguen tus semillas?
-Un regalo… un regalo- repite pensativa
Yo sigo expectante. Al notarlo, ella se transforma en una especie de
confidente que ha encontrado un lugar seguro para depositar su secreto.
-No tengo otra cosa en la vida que palabras, palabras pispiretas,
socarronas, amorosas, palabras, viperinas, excelsas, piadosas, palabras, tristes,
enajenadas, radiantes, intensas, llenas de enojo, vacías de fondo, terrenales,
herencias, orgiásticas, impacientes palabras, desarticuladas, delatoras,
quisquillosas, seductoras, reveladoras, erratas, juiciosas, traicioneras,
mansas, fieles, palabras, palabras, pero sobre todo verdaderas, torrenciales
palabras…y una vez que se agotan, bien o mal sembradas las semillas dan fruto,
bueno o malo, o sólo paja de donde ya no salen más semillas, ni palabras. Y donde
estas se agotan, malgastada está mi vida.
“Allí atrapada en el espejo ¿Qué te queda?” argumento.
Después de una pausa su respuesta sorpresiva.
“Lo mismo que a ti, sonrisas y sombras”
Las dos reímos aliviadas.
Beatriz Osornio Morales