I
La flor del miedo crece
no se sabe bien si
de un escollo tierno,
o del desierto inundado
por extremas tormentas
que violan la semilla.
II
La indefensa violeta
crece,
y crece de las flores
la tinta nocturna,
distinta a las flores del
sol.
Esa flor te mira
desde la obscuridad.
Te mira más fijamente
que un niño.
III
Ya en otro tiempo
nos vaciaron el plato las
violetas,
llenando de hojas secas
el jarrón marfil.
Pétalos sin raíces
nos traspasan
los ligamentos de las manos,
desquebrajándonos el vello
quemado en la epidermis,
luego de unos instantes
escurren
mis dedos en los suyos,
florecidos.
Beatriz Osornio Morales.