martes, 29 de noviembre de 2011


Color de hormiga


A las muchas mujeres desaparecidas en Juárez

 
Ando que me lleva el diablo de la angustia. Clarisa no regreso anoche del baile. Me pregunto qué pudo haberle pasado. Por Dios que no entiendo dónde puede estar.

Alrededor de las siete de la mañana vinieron sus dos hermanitos a buscarla. Yo dormía y entre sueños oí voces, tranquilas al principio, luego, un nudo de silencio, cuando mamá dijo que había estado aquí en la tarde y después se había ido muy arreglada. A saber –dijo- no se me ocurrió preguntar a donde iba…

Los muchachos se fueron y al poco rato vino su mamá,   hecha un despojo, todavía en camisón y pantuflas, y  queriendo hablar conmigo.

-La nena todavía está durmiendo, pero si quieres voy a despertarla. Mientras, trata de calmarte mujer, ya verás que Clarisa por allí aparece sola.
-Es que si algo le pasa no me lo perdonaré. Yo tan tranquila pensando que andaba con Normita. Ella debe saber con quién anda mi niña.
 “Ella” pensé. Ahora ¿qué digo?  ¡Rayos! ¿Por qué siempre tengo que dar cuentas de niñera? Yo no tengo la culpa de que a Clarisa le gusten las mentiras y los riesgos, siempre anda diciendo que conmigo va a dios nos ampare dónde. A mí no me gustan los bailes de botudos. Después de levantarme  baje medio dormida a hablar con mi tía.

-La verdad no sé a dónde se fue tía. Yo como todos pensaba que al salir de aquí se iba de retache a su casa.
-¿Estás segura? tiene que haberte dicho algo, ¡Haz memoria hija!

Por más memoria que hice, cerrando momentáneamente los ojos -en parte para librarme de los rayos del sol que ya entraban por la ventana, y en parte para que mi tía pensara que realmente me esforzaba en recordar-  no pude recordar de qué modo decirle que se fue con Lupe y sus primas, las mismas amigas con las que tiene prohibido juntarse, por lo de cuando disque la drogaron en una fiesta,  y a la Clarisa  casi se la lleva pifas. Además, de nada serviría decir que el reventón había sido en el otro lado, con los mismos desconocidos que se fue hace dos semanas. Ni entonces pude sacarle la sopa sobre los fulanos.

-Pues no tía, no dijo nada.
- Pero dice tu mamá que salió muy arreglada. De la casa salió sin arreglarse y de pantalón.
- Se arregló aquí,  ya ve usted lo presumida que es,  siempre le gusta pintarse nomás por pintarse y sentirse linda. Del pantalón no sé, aquí llegó con vestido.
-Dios quiera que no le pase nada. ¿A dónde iré a buscarla? ¡Ay Dios mío!

En cuanto su mamá se fue convertida un saco de nervios, invocando a toda la corte celestial de los santos para que a su hija no le pasara nada malo,  yo hice camino para lo de Lupe. Allí fue cuando la cosa se puso de plano color de hormiga… Lupe y sus primas también están desaparecidas, y ahora sí, no sé cómo dar la cara por la mentirota que dije. Lo peor es que si no digo nada, se perderá tiempo en dar aviso a las autoridades.

Beatriz Osornio Morales

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