lunes, 30 de noviembre de 2009



EL QUEBRANTO DE LA DUDA



Atónita y llena de extrañeza, queda al abrir la puerta y ver lo que nunca en su vida imaginó. Rocío, su mejor amiga, duerme en la cama. No se explica cómo es que entró en la casa. Las únicas personas que disponen copia de la llave, además de ella y Julián, son su suegra y la vecina española, que por cierto, está de viaje. Julián trabaja hasta tarde. Ella, hará unas tres horas que salió de compras; en el transcurso de ese tiempo, algo debe haber sucedido.

Al acercarse, ve que su amiga tiene una herida en la cara. Un sobre salto la invade. ¿Qué quiere decir esto, estará bien? Vacila al acercarse. ¿Rocío? ¿Chío?...No me asustes.

Al no recibir respuesta de su amiga, se abalanza sobre el cuerpo quieto, lo toca, no está frío, lo jala del costado para verle el rostro. Un grito escapa de su boca al levantarle el pelo y, descubrir que Rocío tiene más heridas, como rasguños en la cara, en el pecho y en el brazo sobre el que la encontró recostada.

No sabe qué pensar, corre hacia el teléfono, marca un número incompleto, por la turbación en que se encuentra, no recuerda el resto del número de la oficina de Julián. Hay una pausa que parece interminable, continuar marcando teclas o, simplemente renunciar.

Sin colgar el inalámbrico, alcanza el directorio. Al inicio de la sección amarilla busca los números de emergencias, sigue las líneas con el dedo índice, hasta leer "Reporte de Abusos Femeninos" re direcciona la llamada, una voz seca pero firme contesta con un simple -¿bueno?- ella queda en silencio, la voz se repite del otro lado. Ella sin saber lo que dirá, cuelga.

Avanza en las líneas con el dedo, se detiene en el número de la Cruz Roja.

-Cruz Roja ¿En qué puedo servirle? dice esta vez la voz de otro hombre. Vacilante, Sandra indica que necesita una ambulancia. El hombre pregunta la dirección: Andador del Pino # 79, Col. Arboledas, ¿Tardará? pregunta nerviosa. El hombre refiere que ya está en camino.

Rocío sigue inconsciente en la ambulancia, camino al hospital, pero las dudas se disiparon para Sandra al recibir la llamada de Julián, pidiendo que se dejaran unas llaves bajo el tapete de la puerta, hace días que no encuentra las suyas.

¿Qué hacía Rocío en la casa, habrá tenido otro ataque de epilepsia mientras...? Nuevas dudas se apoderan de Sandra.



Beatriz Osornio Morales, imagen de la red



Entrada destacada

Sin que la noche sepa

  Plantaré flores sin que la noche sepa, lejos de todas las ausencias. Porque aún siento la oscuridad reírse en  mí,  con sorna, de lo cómic...